martes, 31 de diciembre de 2013

He aprendido mucho este año, he aprendido mucho de mi.

Si algo he aprendido este año es que lo que empieza rápido, acaba aún más rápido. Que si quieres algo, solo tienes que intentarlo con todas tus fuerzas. Que querer no es siempre bonito, de hecho, pocas veces lo es. Que las promesas no valen si la boca que las suelta está sucia de mentiras. Que un corazón cobarde sólo puede querer a ratos. Que mi corazón es lo más valiente que jamás nadie podía haber imaginado. Se cura solo, sabe perdonar y aprende a querer. Es desconfiado, pero cuando quiere, quiere con locura. Y no hablo de una locura normal, sino la locura de luces de neon, mezcladas con todos los colores y formas que se puedan imaginar. Una locura sana, que si se abusa de ella se vuelve insana.
He aprendido mucho este año, he aprendido mucho de mi.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Supongo que soy más fuerte de lo que pensaba.

Harta. Que no sé por dónde me da el aire, ni si piso el cielo mirando al suelo. Que no se si avanzo hacia atrás o retrocedo hacia delante. No sé mi fin, ni mi presente, no se ni cómo he llegado hasta aquí y mucho menos cómo salir. Cuando mi existencia se resume en una serie de acontecimientos sin sentido, todos con finales catastróficos. Pero sigo sin saber cómo consigo salir de todos y cada uno de ellos sonriendo. Ni la más remota idea.
Porque lloro, sí, estoy llorando de hecho, pero cuando me seco las lágrimas me prometo a mi misma que esta será la última vez. Que esas serán las últimas lágrimas. Pero cómo voy a dejar de llorar, si son esas lágrimas las que escriben con tinta invisible las desdichas que me rodean. Una tras otra, todas en fila, van sucediendo, intercalándose con momentos magníficos que quedan eclipsados por cada desgracia. Sin embargo, desde los puntos brillantes de mi vida sólo soy capaz de recordar los momentos dulces. Y desde los puntos oscuros, lo único que veo son todas aquellas veces que me hundí, y no consigo recordar cómo salí a flote.
Supongo que soy más fuerte de lo que pensaba.

Es la metáfora perfecta de mi vida.

La ironía de mi vida se resume en cuando por fin he encontrado algo que me gusta, se jode. Cuando me decido a enseñarle unos diseños a mi madre después de que ella me pregunte si me gusta dibujar, ir a enseñárselos y apoyarlos sobre una mesa mojada consiguiendo que se jodan todos. Es la metáfora perfecta de mi vida.

martes, 5 de noviembre de 2013

Loca.

"Supongo que es lo que toca,
yo aquí estaré
para quitarte la ropa,
besarte la piel
y que me vuelvas loca."
-@sonrisavsllanto-

sábado, 5 de octubre de 2013

"Te quiero"

Sábado, 5 de Octubre de 2013; 09:29. Reflexiones de tren.

Mirando el paisaje mientras un cachorro adormecido intenta centrar su mirada en la mía, he dado tienda suelta a mis pensamientos. ¿Cuándo podemos considerar que queremos a alguien? Un "te quiero" es fácil de decir, son dos palabras, todos sabemos hablar. Lo difícil es sentirlo. Ese es mi problema, el primer "te quiero" hay que ganarselo, los demás merecerselos. Me cuesta decir "te quiero" una primera vez, pero si lo digo, es porque lo siento. Y hay miles de formas de querer a alguien; como amigo, con amor, como familia, con odio, con nostalgia, con rencor, no sé, muchas más. Pero, un "te quiero" no es lo mismo que un "y yo" o un "yo también". A mi eso no me sirve, es como si no me dijeras nada, palabras vacías. Un "te quiero" hay que sentirlo, y cuando se dice que sea por un motivo. No puedes estar todo el día amando a todo el mundo, no eres Jesucristo.
Y todo esto, por mirar a un precioso perro color canela claro. Buenos días.

martes, 27 de agosto de 2013

Prefiero ahogarme en mi lago.

Andas, sigues tu camino, pero no lo vives. Captas sentimientos, ves el amor, la tristeza, el enfado, pero no los sientes. Insensible, apagada, fría, tu alma suspira en un lago de indiferencia en el cual no sabes nadar. Te ahogas, poco a poco notas como te hundes más y más profundamente en la indiferencia. De repente, notas algo, ¿qué es eso? ¿estás... sintiendo? Sí. Estás sintiendo, algo muy tenue, pero intenso. ¿Qué es? Te asomas al recuerdo, y ves lo que tenías antes de ahogarte en la indiferencia; feliz, eras feliz. Algo te golpea fuerte en el pecho. ¿Qué pasa? Empiezas a recordar cómo llegaste al lago sin sentimientos, cómo acabaste siendo un vegetal inanimado. Ves toda esa vieja felicidad arrastrada en una espiral, lejos, muy lejos de tí. Y detrás de todo, aparece él, su cara, aquella que en otros momentos mirabas con dulzura. Pero eso que te invade no es ni mucho menos dulce, es rabia, es odio. No entiendes. Recuerdas, recuerdas cómo él te arrebató todo lo que te hacía feliz, él mismo.
Tanto sentimiento te ha mareado, respira hondo. Ahora sabes por qué nadas ahí, en las aguas de la nada, para evitar el dolor. Sin darte cuenta, evitas todo, el dolor, la alegría. Pero es obvio, siempre que haya un "Él", habrá dolor. Porque él no es uno en concreto, no sabes siquiera que aspecto tiene. No sabes si es alto, bajo, rubio, moreno, con brillo en los ojos al sonreír, una mirada firme, o sincera, no sabes siquiera si existe. Por no saber, no sabes ni si quieres que exista. Lo único que sabes, es que habrá muchos más "él", mucha más felicidad, muchas más espirales que se la lleven, mucho más odio y muchos más lagos. Y, de momento, prefiero ahogarme en mi lago.

jueves, 1 de agosto de 2013

Te pedí en cada deseo.

Fuiste mi encargo por navidad, supuse que se habría atrasado. Cada hora capicúa que reloj marcaba cuando yo miraba era la excusa perfecta para volverte a pedir. Por mi cumpleaños, al soplar las velas, tu imagen vino a mi mente. Cuando aquella mujer agradable del mercado, anudando mi pulsera nueva me dijo "pide un deseo", mi deseo era verte. Cada fibra de mi ser, cada partícula de mi cuerpo, todas y cada una de ellas han deseado verte. Y no desear de querer, sino de pedir. Te pedí en cada regalo que abrí, cada esquina que crucé, cada telefono que sonó. Sin perder la esperanza, hasta que rompiste todos y cada uno de mis deseos de un pollazo, porque sí, era lo único que querías, y yo te quería a ti. Te pedí en cada deseo.

jueves, 25 de julio de 2013

Capullo de mierda.

Es curioso, cuando eliminas a alguien de tu vida, todo lo que venía con esa persona crea una sensación de malestar insoportable. Todo te recuerda a eso que tenías, o que no tuviste, o que yo que sé. Mierda, todo te recuerda a la mierda en lo que ha acabado una historia que quizás hubiera sido mejor no empezar. Pero todo acompañado de un sentimiento de alivio, respiras tranquilo porque los problemas y las incertudumbres han terminado. Terminado, curiosa palabra. Me gusta pensar que todo lo que vaya a empezar en un futuro acabará. En realidad no me gusta. Pero ya no sé lo que es gustar o no, lo que es querer o no. Y como yo el resto de mortales, nadie sabe qué le gusta. Nos encaprichamos, queremos cosas que no tenemos. Y cuanto más difíciles son, más las queremos, pero eso no es gustar, eso es ser egoístas. Y hablando de egoísmo, capullo de mierda.

lunes, 3 de junio de 2013

Valiente mierda.

Valiente mierda me rodea. Mierda de la que no sé cómo escapar. Tengo que mancharme para llegar lejos, lo haré. Quizás la inseguridad sea mi punto débil. Quizás no sea tan fuerte como creo ser. Ni tan madura. Ni tan lista. Quizás sólo sea una niña buscando a alguien a quién querer. Quizás aún ni siquiera sepa lo que es querer. No lo sé. Me duele el alma de hacerla viajar cada noche a tu ventana, sólo para verte dormir.

Sólo quiero tenerte cerca.

No sabes por qué exactamente pero rebosas amor. Explotas cada vez que piensas en él. Se te llenan los ojos de brillo, a veces lágrimas y otras son tan solo ilusiones. Sientes como tu corazón sale del pecho, se expande, viaja kilómetros a la redonda hasta encontrarse con el suyo. Lejano pero cálido. Quieres pensar que es correspondido. Mentira, sabes que lo es, te lo ha demostrado miles de veces, ¿por qué dudas aún? La distancia impone, mucho. No saber cómo va a acabar, si va a ir bien, o si va a ser un desastre. ¿Querrá volver a verme? ¿Se cansará de no poder tenerme? ¿Me cansaré yo de explotar de amor?

No sé cuánto podré aguantar. Mis ojos se llenan sólo de pensarlo, y esta vez no es brillo de ilusiones. Me gustaría darle a un botón y tenerte aquí. No es posible desear algo tanto, tanto que hasta duele. Y no ese dolor de pensamiento que muchas otras veces tenemos. Duele de dolor físico. Mi mente está colapsada, ya sólo sabe pensar en ti. Podría escribirte mil cartas con lágrimas, y me sobrarían.

Incapaz de expresar todo con palabras. Me gustaría gritarle al mundo que nos deje estar juntos, que se doble el mapa, se acorten carreteras, se abran puertas, sólo quiero tenerte cerca.

domingo, 26 de mayo de 2013

¿Qué es felicidad?

Felicidad es sonreír hasta que duela. Notar cómo brillan tus ojos al pensar en él. Ese escalofrío que te recorre las venas, hasta el corazón. Sentir cómo éste explota dentro de ti, como si no tuviera más sitio para crecer. Llorar sin que te duelan las lágrimas, porque son gotas sonrientes, gotas felices. Quizás es la forma que tiene el corazón de salir, de explotar. Cuando explota de tristeza las lágrimas son amargas, recorren tu mejilla como en una carrera hacia la nada. Cuando explota de alegría, son lágrimas felices, lágrimas recogidas por una mano atenta que las seca de una caricia, una mano que ansío encontrar. Una mano que, hasta que no tenga más remedio, sustituiré con la mía. Porque nadie me quiere más de lo que yo a mi misma, porque he aprendido a hacerlo, a quererme, a protegerme, a cuidarme, como quiero que algún día alguien lo haga por mi. Porque... ¿sabes? si no te cuidas tú, no esperes que nadie lo haga.
Felicidad es sonreír hasta que duela. Sonreírle al espejo, sonreírte a ti misma. Sonreír sin motivo o con cientos de ellos. En eso consiste la felicidad, en guardar lo malo en un bote aparte y sacar lo bueno a pasear. Porque, no sé dónde estará la mía, pero, mientras tanto, la simulo hasta que llegue y sea plena.

sábado, 4 de mayo de 2013

Cómo saber si son buenos días.



Despiertas, le buscas, no está. Era todo un sueño, otro día más. Encuentras tu peluche, lo abrazas. Tiene que estar cansado de recibir abrazos que no tienen su nombre, que no son para él. Abres los ojos, oriéntate. El móvil. Necesito saber de él. ¿Me habrá dado los buenos días? ¿Estará despierto ya?

Con un ojo apenas abierto, desbloqueas el móvil. Tres mensajes. "Por favor, que sea él. Por favor". Esas tristes líneas en una pantalla de 8x16 que aportan tanto sin ser apenas nada. Datos, colores, información. Te aportan algo más, sentimientos.

Sí, es él. Sonríes antes incluso de leerlo. Vamos a ver qué ha puesto. —"Buenos días amor. Espero que hayas dormido bien"— Todo adornado con corazones. Qué tierno. Cierras los ojos. No sabes si duele o te gusta, no sabes si sufres o disfrutas. Es duro. Tengo que responder. Me salen solas las palabras. Espera, borra eso, que deja ver que le quieres demasiado, tienes que hacerte la dura. Hmm, muy soso, añade un corazón. Listo.

Ojalá estuviera allí para ver si he conseguido hacerle sonreír. Qué triste. Para él soy solo palabras, mientras en realidad estoy aquí, tirada en la cama abrazando un peluche que en cuanto cierro los ojos coge su forma. Pero un peluche no sabe devolver un abrazo. Y unas líneas no son sólo palabras. Y estas letras no sirven para nada.

domingo, 14 de abril de 2013

No empieces algo que no puedas terminar.

Llega el momento en el que piensas por qué no paraste hace tiempo con esto. Que cuando sufres te planteas si merece la pena o no. Duele. Mucho. Demasiado. ¿Se puede llorar por alguien a quien no conoces? ¿Se le puede considerar a eso llorar? Es todo una ilusión. Nunca ha existido. No has rozado su piel, no has sentido sus brazos contra ti, no has mirado sus ojos. No existe. Está todo en tu mente. Cada sensación, cada suspiro. Todo palabras. Palabras vacías. Palabras que no significan nada hasta que se conviertan en gestos, en actos. ¿Y cuándo será eso? No lo sé. Puede que en un mes, puede que en dos, puede que nunca. Pero no llevas tanto tiempo sufriendo en vano. No vas a tirar todo por la borda. No va a haber sido para nada. Esas palabras vacías, huecas de carne y llenas de sentimiento, esas se van a hacer realidad. Eso es lo que te mantiene en pie. Lo que te hace seguir adelante. Perdóname si te digo que aunque sea una completa estupidez, tienes que conseguirlo. Así que ahora, sécate las lágrimas y vuelve a querer. Esto no ha terminado. Queda mucho, muchísimo por vivir. Muchas palabras vacías que prometer. Muchos hechos que cumplir. No empieces algo que no puedas terminar.

No me obligues a leerte.

No me preguntes por qué, aquí me tienes. Un día más en el paraiso.


Ultimamente siento mucho odio. Odio hacia mis manos por no poder abarcar todo lo que quiero; odio hacia mis ojos por no poder mirar otros; odio hacia mis lágrimas por salir a pasear; odio hacia mi sonrisa por ponerse a bailar. Ya basta.

Parece una jodida broma, soy un cócktel de sentimientos listo para explotar. Ahora estoy contenta, ahora me da por odiar, ahora te echo de menos y luego ni siquiera te querré hablar. No sé ni por qué siento lo que siento, no sé cómo he llegado a esto. Un punto de no retorno en el bucle que parece ser mi vida. Una puerta cerrada de la cual no tengo la llave. Quiero cruzar, pero no llego. No alcanzo. Salto y salto, y sueño con saltar más alto, pero no puedo llegar. En cada salto pierdo un poquito de fe, pero cada vez que sueño que estoy más alto, la recupero fortalecida.

Me autodestruyo. Me inflijo dolor para disfrutar con la cura. Yonki del dolor. Del sufrir. Del llorar. Yonki de la mierda.

¿Qué? No lo sé. ¿Para qué? Tampoco. Solo sé que lo que quiero no lo tengo y lo que tengo no lo quiero.

Hasta otra, hasta siempre.

sábado, 23 de febrero de 2013

Si te lo pido, responde.

Imagina una pequeña niña inocente. Ahora imagina un gran mundo lleno de maldad. Intenta imaginar cómo podría sobrevivir esa pequeña niña en ese mundo enorme. ¿Puedes? Yo no.

Pues eso, si es que ya los palos me vienen por todos lados. Quizás sea yo que lo exagero, pero cuando los de mi alrededor me confirman mi teoría sé que no es así. ¿Qué cojones he hecho para que se me caiga el cielo a trozos encima?

Esto son solo divagaciones de un alma agilipollada y perdida en ese gran mundo.

Ni siquiera una frase tiene algo que ver con la anterior, sin más, palabras, una tras otra, palabras que hacen que me relaje, me sienta mejor.

Anteriormente dije que la nueva Janire había podido con esta, mentí. No aguantó ni dos días, y esto es como los combates, hasta la cuenta de 3 no se gana. Siguiente asalto, va ganando la débil. Quizás no lo sea tanto como parece. Sabe encajar los golpes, si cae se levanta, mira hacia el otro lado, se antepone a los movimientos del contrincante... No, no es débil, es inocente, pequeña e inocente. Esto me hace responder a la pregunta del principio, ¿Puedo imaginarla en ese mundo? Sí, ¿y sabes qué? Ya no es inocente, no lo volverá a ser jamás.

jueves, 7 de febrero de 2013

Operación aritmética de reducción.

Cada vez que te parten el corazón, el cuerpo, instintivamente, se queda con la mitad más grande. Aún así, la siguiente vez, la parte a dividir es la mitad que la vez anterior. Así una y otra vez, hasta que lo único que nos queda es un tiznajo de lo que un día fue un grandioso corazón capaz de amar plenamente.
Nos demos cuenta o no, es una autodefensa, la parte de corazón que se desvanece lo hace convirtiéndose en sabiduría. Por eso, con cada ruptura aprendemos algo, nos hacemos más fuertes, crecemos como personas mientras nuestro corazón encoge.
¿Qué será del mío? Ya no hablo en temas de amor, eso lo aparqué hace ya tiempo. Hablo en cuanto a querer a la gente que seguramente en un futuro te la acabe jugando. Ya no soy esa niña ilusa que piensa "No, esta vez es diferente, esta vez es de verdad". Y una mierda. Y una jodida mierda.
No sé a qué viene todo esto. Bueno, sí. He perdido a alguien que jamás he tenido, y ¿por qué? Porque puedo. He podido. La Janire de hace un año no hubiese podido, ¿pero sabes qué? Que la jodan, yo lo he hecho. He pasado de lo poco que queda de mi tullido corazón, lo he partido yo misma, con mis propias manos, disfrutando el momento con una amplia sonrisa en la cara. Y ole mis santos cojones.
Que a gusto se queda una.
Satisfacción personal. Logro desbloqueado. Llámalo como quieras, me he comido a la Janire débil.

Ah, adivina qué, sí, mañana tengo examen, curioso, ¿eh?

sábado, 5 de enero de 2013

Parapapapa.

Mec. Idiota. No, no te gusta tanto como crees. No, no merece tanto la pena. No, no te vas a quedar sin disfrutarle a fondo pero ten la puta cabeza en su sitio por una vez, coño. Siempre la lias pequeña, no sé como lo haces. Resulta ridículo estar hablándome a mi misma y echándome la bronca, pero oye, cosas peores se han visto. Me pregunto si alguien seguirá leyendo estas palabras, o si escribo tan solo para mi. ¿Quién sabe? De todas formas seguiré pasándome por aquí de vez en cuando para vaciar mi mente de mierdas, que llenarla parece que se me da bien.

Y cómo no, una vez más estás aquí en visperas de exámenes, más o menos. Ya empiezo a pensar que es una excusa para "perder" el tiempo. O no. Who knows?

Sí, soy una petarda, pero oye, me la suda.